miércoles, 9 de julio de 2014

7. Artistas


—¡Me cago en…! ¡Pero serás hijop…"
 
—De nada, morritos  —interrumpe Tocho. Ya verás como se te quitan las ganas de volver a dejarme tirado.

¡Equilicuá! 

¿Eh?¡Mierda, el partido! Joder, lo siento tío.

Bah, no pasa nada. Esto puntúa como un 21-0. Así que me debes… dos cenas oooo… una cita con Aroa. 

Creo que es la única persona que menciona a mi hermana sin tapujos. No sé si es un temerario inconsciente, un genio de la empatía, o que le da todo igual. Nunca llegaré a calarlo por completo, y eso que lo conozco desde el parvulario. En el último año, sólo con él puedo hablar de Aroa sin perder la compostura.

Van a tener que ser las cenas —apuntoporque a mi hermana le molan los tíos de verdad.

Se hace un silencio que solo puede terminar de una forma. Tres, dos, uno… 

¡EUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURRRRRRRRK!— El teléfono vibra en mis manos—. ¡Toma ‘tío’! 

Como si lo hubiera parido. No existen en el universo conocido eructos como los de mi amigo Alberto, alias Albertocho, o ‘Tocho’ para los más cercanos. Una vez me soltó el abecedario dos veces consecutivas en un único regüeldo; y el año pasado apagó las treinta velas de su tarta de cumpleaños eructando el estribillo de ‘This is the new shit’ de Marilyn Manson. Creo que me cae tan bien porque no se parece a nadie que haya conocido. Es el eslabón perdido, único en su especie. “Estaba el homo erectus y luego llegó el homo eructos. Y pronto dominaré la faz de la tierra. MU HA HA HAAAAAAAAUUUUUUUUUURRRK!!!” (Palabras de sabiduría de Alberto I el tocho). 

Gracias Tocho. Eres mazo de ídem.

A mandar. Por cierto, 'prinnngao'. Este viernes la vamos a liar pardísima. Hemos quedado ya Alex, el pirata, Sara, y la rizos, que por cierto, Mariogorn, si mis ojos no me engañan por algún hechizo —añade impostando lo que el supone que es un acento élfico—, juraría que se ha operado las tetas. ¡Menudo brebaje, chaval! 

Es poesía pura. Lo malo es que me arrastra con él. Creo que soy un camaleón del lenguaje. Tiendo a hablar como la persona con la que estoy conversando. Según nuestro amigo, el doctor Maldonado, se debe a una necesidad inconsciente de agradar a todo el mundo, fruto, evidentemente, de una gran inseguridad. Evidentemente. Si eso es cierto, creo que el noventa por ciento de la población mundial sufre de inseguridad, porque, seamos francos; ¿quién no lo hace en mayor o menor medida? 

Ya. No sé, tío respondo—. No me apetece demasiado salir. El sábado hace un año de lo de mi abuelo, y quiero ir temprano al cementerio. 

—Ya claro, es normal —concede él. Bueno, pues te recogeré a las nueve, ¿vale?

No, en serio Toch… 

Tengo que colgar, que voy conduciendo y está la pasma por aquí. Ya te llamo… ‘tomorrow’. ¡Mu ha-ha-ha! ¡Nos vemos el viernes 'tarao'!

Razonar con Tocho es una de esas batallas que sabes que está perdida de antemano. Conociéndolo como lo conozco, sé que es capaz de acampar en el portal hasta que de mi brazo a torcer. Y no me importaría si no fuera porque la última vez se trajo al pirata, la tienda de campaña y me montó un pequeño 15M, con cacerolada incluida, en el descansillo de los ascensores. Mis vecinos me adoran desde entonces.

  Bueno, saldré un rato y ya me escaparé a la menor ocasión. Recuerdo que fue la misma excusa que me puse hace un año, en el cumpleaños de Aroa. “Dos copas y me piro sin que se den cuenta”. ¿Por qué no lo hice? ¿Por qué no me fui a casa del abuelo directamente? ¿Por qué me tuve que emborrachar? ¿Por qué dejé que mi hermana me acompañara? Me doy cuenta de que vuelvo a caer en el pensamiento circular que se retroalimenta y me aguijonea el pecho.

  A pesar de que no fumo nunca en casa, enciendo un cigarrillo y le doy una profunda calada. El suave crujido del tabaco quemándose me tranquiliza. ¿Cuándo empezaste a fumar? Me sorprendo ante mi pensamiento. Parece ser que ahora me pregunto a mí mismo como si fuera otra persona. Sonrío mientras intento hacer memoria. No recuerdo exactamente cuando empecé a fumar. Hace un par de años… o así. Quizás algo menos. No sé ni por qué pienso en estas cosas. Siempre me han dicho que le doy demasiadas vueltas a todo. Y también que tengo una sensibilidad especial. ¿Para qué vale eso? Si por lo menos fuera capaz de usarlo para tocar algún instrumento; o para cantar; dibujar; escribir… ¡Algo! Creo que pocas personas hay más negadas que yo para el arte. No es que me muera por ser artista. Esa gente está muy jodida; son inseguros, hipersensibles, egocéntricos… pero, por otro lado, son capaces de aprovechar la energía que les llega a través de las vivencias para crear. Sus penas encuentran desahogo en el propio proceso de creación. Del mismo modo sus alegrías toman cuerpo y se hacen eternas. Intento inmortalizar el momento haciendo un aro de humo. Una nube difusa, más parecida a una coliflor que a otra cosa, emerge de mi boca. Soy un crack.

 Tras apenas quince minutos de búsqueda consigo encontrar la carpeta con mis currículos. Buena marca. La casa sigue igual de desordenada que ayer, lo cual no me extraña demasiado. ¿Sabéis esas veces… que sientes que, con solo un pequeño empujón, todo empezaría a funcionar mejor? ...si por lo menos tuviera trabajo; si estuviera enamorado; si la casa se ordenara sola...

Cojo mi chaqueta de pana Gris y salgo por la puerta. Mientras echo la llave caigo en la cuenta de que he vuelto a olvidar el mechero. Vengaaa. Repetimos. Saliendo de casa, toma dos. ¡Acción!

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